J. Krishnamurti. Educando al educador.
«¿Surge la “creatividad” mediante la técnica, o la “creatividad” es independiente de la técnica? Podéis ir a una escuela y aprender todo lo que hay que saber acerca de pintura, acerca de la profundidad del color, la técnica de cómo manejar el pincel, y todo lo demás; ¿pero os convertirá en pintores capaces de crear? Mientras que si sois creadores, cualquier cosa que hagáis tendrá su propia técnica. Una vez fui a ver a un gran artista en París. No había aprendido una técnica. Deseaba decir algo, y lo decía en arcilla y luego en mármol.
La mayoría de nosotros aprendemos la técnica pero muy poco tenemos que decir. Descuidamos, pasamos por alto la capacidad de descubrir por nosotros mismos; tenemos todos los instrumentos del descubrimiento, y nada encontramos directamente. El problema consiste, pues, en ser creador, la cual trae su propia técnica. ¿Y qué ocurre cuando queréis escribir un poema? Lo escribís; y si tenéis una técnica, tanto mejor. Pero si no tenéis técnica alguna, no importa; escribís el poema, y el deleite está en escribirlo.
Después de todo, cuando escribís una carta de amor no os preocupáis por la técnica; la escribís con todo vuestro ser. Mas cuando no hay amor en vuestro corazón, buscáis una técnica, cómo poner las palabras juntas. Señores, si no amáis, no dais en la tecla. Creéis que podréis vivir dichosamente, creativamente, aprendiendo una técnica, y la técnica es lo que destruye la “creatividad”, lo cual no significa que no debáis tener una técnica. Después de todo, cuando deseáis escribir un hermoso poema, tenéis que conocer el metro, el ritmo y todo lo demás. Pero si queréis escribirlo para vosotros mismos, no para publicarlo, entonces eso no importa. Escribís. Sólo cuando queréis comunicar algo a otro, se necesita una técnica apropiada, la técnica justa, para que no haya mala interpretación. Pero el ser creativo es por cierto un problema del todo diferente, y ello exige una extraordinaria investigación dentro de uno mismo. No se trata de un don.»
«En la educación, ideales e idealistas impiden la comprensión del presente. Es un problema sobre el cual se basa toda nuestra estructura. Es decir, tenemos ideales, y de acuerdo a esos ideales educamos. ¿Pero los ideales son necesarios para la educación? ¿Los ideales no impiden en realidad la verdadera educación, que es la comprensión del niño tal cual es y no tal como debiera ser? Si yo deseo comprender a un niño, no debo tener un ideal de lo que él debiera ser. Para comprenderlo, tengo que estudiarlo tal cual es. Pero colocarlo en el armazón de un ideal es simplemente forzarlo a seguir determinado modelo, le convenga o no le convenga; y el resultado es que él siempre se halla en contradicción con el ideal, o bien se adapta de tal modo al ideal que deja de ser un ser humano y actúa como simple autómata sin inteligencia. ¿Un ideal no resulta, pues, un real estorbo para la comprensión del niño? Si vosotros como padres queréis realmente comprender a vuestro hijo, ¿lo miráis a través de la pantalla de un ideal? ¿O simplemente lo estudiáis, porque en vuestro corazón hay amor? Lo observáis, vigiláis sus estados de ánimo, su idiosincrasia. Como en vosotros hay amor, lo estudiáis. Es cuando carecéis de amor que tenéis un ideal. Observáos y lo notaréis. Cuando no hay amor, tenéis esos enormes ejemplos e ideales mediante los cuales, forzáis al niño, lo sometéis Pero cuando tenéis amor lo estudiáis, lo observáis, y le dais libertad para ser lo que él es: lo guiáis y lo ayudáis, no a ir al ideal, no de acuerdo a cierta norma de acción, sino para traerlo a lo que él es.»