«Necesitamos también liberarnos de las palabras, de la tiranía de las palabras, porque son trampas. Hemos quedado atrapados en estas trampas antes de tener edad suficiente para leer el diccionario. La gente nos indicó a quién debíamos odiar, a quién amar, qué es lo más importante y por qué; todo en huecas palabras.
Una palabra provoca todo tipo de reacciones en cada uno de nosotros. Cada vez que oímos una palabra, oímos una definición de diccionario y, paralelamente, se siente algo dentro. Piénsenlo. Comunista. Católico. Judío. Negro . Y sea cual fuere el sentimiento que provoquen, a menudo nos vemos llenos de odio, prejuicios o ánimo destructivo sin habernos tomado el trabajo de definir para nosotros esos términos.»